17 June 2011

Líder de desplazadas lleva varios días encerrada en casa por amenazas

Gloria Patricia Jiménez asegura que la tildan de guerrillera sólo porque le falta una pierna.

En un laberinto interminable de empinadas escaleras, en el barrio San Agustín del sur de Bogotá, Gloria Patricia Jiménez convive día a día con lo que ella llama una "triple discriminación": el ser mujer, discapacitada y desplazada por la violencia.

"Era el 2 de febrero de 1983. Ese día fue por primera vez cuando vi el derramamiento de sangre. Desde ahí jamás pensé que la situación de la violencia me fuera a seguir, hasta el día de hoy".
Es la reflexión de Gloria, que en más de 15 años de presenciar el conflicto interno, ha quedado con profundas huellas en el cuerpo y en el alma.

Salió amenazada de la tierra que la vio nacer y crecer en junio de 1995. Vivía con su compañero sentimental en la vereda El 7 de Agosto, en el corregimiento de Turbo (Antioquia), cuando los paramilitares desocuparon su hogar luego de ser torturada, amarrada, y obligada a aguantar hambre, todo para que denunciara y diera la ubicación de integrantes de la Unión Patriótica.

"Ahora, el 19 de este mes, se cumplen 16 años de la muerte de tres de mis familiares. A mí me tocó ver y presenciar sus asesinatos", contó Gloria.

No obstante, estos no fueron los únicos crímenes que tuvo que presenciar. No sólo recordó el asesinato y entierro en fosas comunes de compañeros y amigos de la infancia, sino que también mencionó su encuentro con alias 'Monoleche', ex jefe 'para' del bloque Bananero de las Auc.

Sabiendo la amenaza de muerte que el bloque sostenía contra su tío, le propuso al ex militante canjear su vida por la de su familiar, quien finalmente fue quemado.


"En el 95 no existía la ley de la población desplazada, entonces nosotros no sabíamos para donde ir", explicó.

Por esto, "como nosotros veníamos amenazados supuestamente por la guerrilla, lo que hicimos fue callar y buscar refugio lo más lejos que pudiéramos", agregó.

De esta forma, llegó en calidad de desplazada a la capital del Valle. "Llegando a Cali perdí una de mis piernas. No supe si fue un atentado o qué paso. Lo único que yo recuerdo fue que el muchacho de la moto en la que iba dijo 'nos mataron'. No recuerdo más", narró Gloria Patricia, con el dolor latente por su suerte.
Recuerda que al despertar en el Hospital San Juan de Dios, "lo único que pensé era que me iba a morir. Ya, que dejaba este mundo, me sentí feliz", agrega.

Pero la vida continuó y fue acogida en un internado de monjas por cuatro años en los que intentó recuperarse y ocultarse. Quiso regresar a su tierra en el 2000, pero se encontró con la desaparición forzada de su padre, por lo que vivió en Apartadó (Urabá antioqueño) hasta que una segunda amenaza la hizo migrar de nuevo, esta vez a Bogotá.

"Me tocó salir embarazada de mi niña mayor el 12 de noviembre del 2003", narró Gloria, que, según sus palabras, lo pudo hacer gracias a la Policía, la Cruz Roja Internacional, y la Casa del Migrante.
En menos de 36 horas se instaló en Bogotá, donde asegura fue tratada "con mucho amor", a pesar de los tres días que tuvo que dormir debajo de las sillas en el terminal de la capital, alimentándose con residuos fríos.

"Fue tanto el desespero que me dio preeclampsia, neumonía, paro respiratorio. A mi niña me la tuvieron que sacar a los seis meses y medio porque fue mucha presión. Llegar a una ciudad tan grande...", recuerda Gloria Patricia.

Son precisamente todas esas experiencias las que la han llevado a "batallar para sobrevivir", y la han inspirado para luchar por los derechos humanos de otras mujeres que, como ella, han sido desplazadas y torturadas. Desde Fundescol en Cali hasta su actual rol de liderazgo en Sisma Mujer y la Corporación Anne Frank, se ha convertido en ejemplo y una mano amiga para aquellas que han padecido su mismo viacrucis.
Aunque en un momento la muerte pareció ser el "final feliz" a una vida de tanto sufrimiento, actualmente su situación es muy diferente. Tiene dos hijas, de 5 y 7 años, que le dan sentido al día a día.

Por esto, las amenazas de las que ha sido víctima desde noviembre del año pasado la asustan. No solamente ha recibido panfletos y llamadas a su casa y a su celular, sino que ha sido tildada por las personas del barrio como integrante de la guerrilla.

"A mí me buscan y me acusan de guerrillera porque me falta mi pierna, porque dicen que lo mío fue en un combate en la guerrilla", afirmó negando lo que se dice de ella.

"Ayer venía bajando y una persona me dijo 'Oiga, ¿verdad que usted es guerrillera?'. Entonces mi vida en este momento corre peligro. No sólo la mía, sino la de mis hijas y la de las personas que me rodean". Además, le da mucho temor la soledad de las calles del barrio en la mañana.

"Casi no salgo de la casa. Las calles son cerradas. En un momento en que me vayan a asesinar yo no tengo una manera de escape", describió, con una mirada temerosa y enfocada hacia el barrio que queda arriba del suyo y de donde cree que están viniendo las amenazas, "porque allá hay mucho paramilitar", asegura.
Esto se suma al hecho de que hay 200 mil personas antes que ella en la lista para recibir el subsidio para desplazados del Gobierno. Lo recibió hasta el 12 de junio del año pasado.

"Quisiera contar muchas historias de mi vida pero uno no se atreve porque no hay garantías", concluyó Gloria Patricia. Ahora espera tener las garantías para poder acercarse a la Fiscalía a denunciar pronto lo que le está sucediendo. Pero, sobre todo, que no sea la próxima Ana Fabricia Córdoba.

REDACCIÓN JUSTICIA